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‘And the world will be as one…’

15 Sep

Quienes afirman que la red es fría y no es posible disfrutar en ella de la amistad verdadera es porque -como en la vida- no han encontrado a las personas adecuadas, no han deseado rodearse de ellas, no han querido, se escondieron de sí mismos y de los demás o ni siquiera han sabido verlas. De Mónica he aprendido aquí mismo inmejorables lecciones sobre compañerismo, fidelidad, compromiso, discreción, perseverancia.

Todo eso y más, Mónica. Ahora que estás pasando por momentos difíciles, ahora que dices que no tienes palabras, te dejo unas cuantas, acompañadas al piano, que te devolverán el norte, te harán saber de nuevo por qué y para qué estamos aquí, juntos, todavía.

Otros años, otras juventudes

16 Ene
John Lennon

Los sueños se construyen

No me gusta comparar realidades actuales con las de épocas pasadas, por lo general evito caer en esa trampa, pero a veces no puedo evadirlo y me dejo llevar por las comparaciones. Quizás aprovechándome de mi lugar de privilegio como madre de dos adolescentes maravillosas de las que no tengo queja me dejo llevar por los recuerdos y caigo en la tentación, al verlas, de comparar sus gustos, sus intereses, su manera de pensar, con los que yo creo haber tenido cuando contaba más o menos sus mismos años. De más está decir que eran épocas muy distintas, la sociedad de aquellos años contaba con otras prioridades, y era muy diferente el camino que las generaciones más jóvenes tenían por delante (y por detrás).

Para acotar un poco lo que quiero decir, podría tomar como ejemplo el tema político. Allá lejos, por los años 70-80, por lo menos por aquí en America Latina, el sentido del compromiso social y político estaba a flor de piel y era elemento casi prioritario de todo joven que pretendía pararse frente a la vida. Algunos más otros menos, pero éramos muchos los que, a pesar de nuestros pocos años, le hacíamos destacado lugar a la solidaridad, al interés por la realidad que nos tocaba vivir y algunos, hasta por la militancia política.

En general y con distintas modalidades cada joven sabía los entretelones políticos del momento, se embanderaba quizás con algún partido con el que se sentía identificado, buscaba estar actualizado con los vaivenes de la vida nacional e internacional, se informaba, leía, buscaba desarrollarse intelectualmente.

Luego vinieron procesos de dictadura, persecuciones y desmembramientos sociales  que dejaron huella imborrable en nuestros países de este sur dolido y postergado. Fueron muchos los jóvenes que cayeron peleando por sus ideales y muchos, también los que eligieron el enfrentamiento violento para arribar a ellos. No voy a ahondar en describir el caos que sobrevino, las muertes que se generaron, el retroceso que nuestras sociedades sufrieron en aquellos momentos de terror. No es ése mi interés en este momento. Solamente me preocupa destacar aquí las consecuencias del vaciamiento intelectual de aquel período de dictadura y sus consecuencias en la pérdida de valores solidarios posteriores.

Los años 90 fueron, sobre todo, años de especulación y banalización de nuestras sociedades. Las recetas neoliberales fueron aplicadas en nuestros países a rajatabla, de la mano de funcionarios corruptos que terminaron de quebrar el poco interés que quedaba en pie en cuanto a la participación política y social y la militancia comprometida.

Junto con la especulación económica se fue sosteniendo una concepción individualista de la sociedad, alentada desde el poder y los medios informativos que contribuyeron a bastardear los valores de participación social de los años anteriores.

Lo que había sido antes alentado, catalogado de progresista y bien visto desde la anterior óptica juvenil fue ignorado y vilipendiado por las nuevas generaciones formadas en la banalización  ideológica y mediática que el capitalismo salvaje montó para entretener a la masa de una sociedad que buscaba renacer después de décadas de terror y violencia.

Nació así una juventud que desoyó aquello del compromiso con la realidad de los años anteriores y se limitó a intentar usufructuar los avances tecnológicos, la comodidad de una vida fácil y privilegiada que se vendía a través de los medios. Soñar y construir una nueva sociedad no estaba ya entre las banderas de las rebeldías juveniles. En aquellos años la meta era disfrutar aunque más no sea de quince minutos de fama, salir de pobre con el menor esfuerzo, entrar al privilegiado círculo de los elegidos y publicitados, encajar dentro de los cánones de belleza, riqueza y poder alentados desde la fatuidad de los discursos mediáticos y sobrevivir… como se pueda y sin que importen nada los principios, pero ascender… lo importante era el hoy y el ahora. El ayer se buscaba borrar de la memoria colectiva y el mañana apenas era un número en el  calendario de las cuentas por pagar.

Luego de aquellas décadas infames y desgastantes sobrevienen estos años de crisis mundial, terrorismo y calentamiento global, aumento de la pérdida de valores sociales, más decepciones, nuevos conflictos. La inseguridad acecha por doquier y el individualismo y el descreimiento siguen ocupando su trono destacado.

Hoy la generación de mis hijas quizás tenga más conciencia ecológica que nunca antes en la historia, más fácil acceso a la información, mayor conocimiento tecnológico, mayor diversidad de intereses (o no), pero lo que indudablemente noto en falta (salvo honrosas excepciones) es la capacidad de creer que los sueños de cambio social son la base para la real construcción de un mundo mejor, un mundo donde la solidaridad y la participación orgánica y comprometida se aplique en todos los rubros.

Activismo y militancia no son palabras que abunden hoy en la boca de nuestros chicos. Son quizás ítems que están disponibles para un mínimo círculo de raritos que despliegan su rebeldía en medio de un mar informe de jóvenes que se dejan llevar por la corriente y no se animan a despegar.

¿Es así o quizás sea sólo mi manera nostalgiosa de ver la realidad lo que me hace ser, hoy, algo escéptica en relación con la mayoría de nuestros jóvenes y su postura frente a la vida?

Escucho (o leo) otras interpretaciones.

Gracias y saludos a todos!

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Consideraciones sobre el perdón

7 Mar
Disculpas

Disculpas

Estaba pensando sobre lo difícil que nos resulta pedir perdón. Será tal vez un complejo de inferioridad disfrazado de autosuficiencia que hace que cuando nos equivocamos (y sabemos que la hicimos fea) no nos salgan las palabras de disculpas como en realidad intuimos que debiéramos hacerlo.

No sé a ustedes, pero a mí, se me hace como un nudo en la garganta, siento que el tono de voz no es el debido y temo que las palabras suenen como faltas de sinceridad, y éso me irrita, me pone mal. Yo sé cuándo me equivoco o cuándo ofendo, pero disculparme es algo que no me resulta fácil. En los momentos en que la sangre hierve, es más difícil tomar distancia y analizar nuestras acciones, por eso quizás, aunque la inmediatez de la disculpa se imponga a veces, conviene esperar a tener la cabeza más fría y la sangre más calma para decidirnos a encarar la disculpa.

A veces resulta hasta más sencillo de lo que temíamos, otras nos resulta bastante complicado armar una estrategia. Pensamos y pensamos las palabras que nos convendría utilizar, armamos hasta un pequeño discursito (no digo ya que lo ensayamos frente a un espejo, pero sí lo repasamos mentalmente), buscamos el momento que creemos oportuno y así, juntando aire, nos lanzamos al ruedo.

Las primeras palabras que brotan de nuestros labios seguramente no son las correctas… éso nos hace frenarnos un poco, pero como ya estamos en el baile, no nos detenemos y nos lanzamos a la pista… es muy importante la actitud que toma la persona con la que queremos disculparnos, la mirada que nos lance es fundamental, por éso, a veces hasta es más seguro no mirarla fijamente a los ojos hasta que atisbemos allí una lucecita de esperanza, no sea que venga en lugar de una disculpa una catarata de insultos y todo vuelva a comenzar… para evitar ese efecto indeseado, lo mejor es usar palabras sencillas y sin vueltas. Buscar excusas en alguna actitud incorrecta del otro es contraproducente, conviene tenerlo muy presente… debemos concentrarnos en nuestra propia torpeza, nunca caer en la tentación de alivianar nuestra culpa excusándonos en lo que el otro nos dijo primero, porque es seguro que así la discusión se renueva y recomienza el circuito de agresiones.

La mayor franqueza posible allanará el camino para una disculpa verdadera, sentida. Cuando el dolor que nos causa haber dañado al otro es real, nuestros gestos, nuestra voz y sobre todo nuestros ojos demostrarán la bondad de nuestro arrepentimiento.

Así que amigos, cuando tengamos que disculparnos, hagamos de tripas corazón y no lo pensemos mucho, lo verdaderamente importante no son las palabras sino más bien el sentimiento con el que lo hagamos.

Saber pedir disculpas es de grandes, perdonarnos a nosotros mismos por las torpezas que cometemos también implica gran sabiduría.

Ciudadana Mónica

A propósito de Utopías

1 Mar
Utopia by Thomas More | Simon_k_flickr

Utopia by Thomas More | Simon_k_flickr

Desde hace un tiempo vengo haciendo hincapié en el valor real de la palabra, de las ideas, de los pensamientos liberados en un entorno de mezcla de cosas tan grande y diversa como la que uno encuentra en la red. Y a estas consideraciones llego cuando el azar toma los hilos de mi navegación y me hace ver una y otra vez el uso fatuo o transcendental de esta posibilidad magnífica de conexión con los demás de la que disponemos y que hace óbice de tiempo y distancia.Más de una vez descubrimos que con una sola palabra alguien consigue levantarnos el ánimo, sugerirnos alguna idea, rememorarnos viejas imágenes de la infancia… Con muy poco se puede lograr emocionar y conmover e iniciar una cadena de pensamientos positivos o sugerentes que en la medida en que son leídos por más personas, consiguen ir replicando aquéllo que nos impactó y que puede multiplicarse casi sin esfuerzo. Claro que también es muy fácil tirarnos abajo mostrando las aberraciones del mundo y el lado negro de las cosas. No creo que esa postura sea constructiva mientras no se apele a la toma de conciencia, al compromiso frente a lo que debe solucionarse y combatirse.

Creo que soy una persona optimista (en la medida en que la realidad me lo permite!) y quizás por eso interpreto que desde aquí, desde cada rincón en el que uno se pueda manifestar tratando de ser tal cual se es, toda la energía constructiva que podamos aportar para tomar conciencia, crecer y madurar en el intercambio de opiniones es posibilidad cierta para que esa semilla se instale en otra persona que esté dispuesta a recibirla y a su manera, hacerla crecer.

Sé que las ganas se contagian, la energía positiva se potencia con al buena disposición de quien la da y de quien la recibe. Como una terraza con flores dentro de un entorno de casas grises, así quiero que sea mi palabra, y no lo digo desde la soberbia. Lo pienso desde la postura de quien sabe sus limitaciones pero que insiste en apostar por la vida y la gente.

Mostrar lo malo, sí, pero apostando para su superación. Tomar conciencia de lo que ocurre, pero no para el lamento momentáneo o para el goce de los perversos.

Cada palabra puede ser una semilla que caiga en la tierra fértil que quiera hacerla germinar… y el riego de esas semillas es el intercambio con quien quiera leerlas.

Desde aquí e intentando hacer germinar las mejores semillas, una y otra vez me empeño en volver a sembrar lo que tal vez sea mi Utopía.

Ciudadana Mónica

Más sobre el tiempo… pero esta vez, muy subjetivo

6 Ene
Más sobre el tiempo

Opiniones subjetivas

Inicio y final. Sucesivamente se repiten en ciclos infinitos. La naturaleza es así. La vida es así… y a veces nos cuesta aceptarlo.

Nos duele ver en el espejo el paso del tiempo, y aunque no haya un reloj que nos acose con su tic-tac perpetuo y perverso el tiempo pasa y deja huella en nuestra carcasa y en nuestros adentros.

Construirnos una fortaleza o un mecanismo de evasión intentando frenar lo que sabemos, es inevitable; puede que por momentos nos parezca que da buenos resultados, pero lo cierto es que perdemos gran parte del tiempo que disponemos ocupados en lo urgente y dejamos de lado lo verdaderamente importante.

Un buen día nos sorprendemos cuando se nos acciona el
botón de fin y no nos funciona ni el delete ni el reiniciar y allí nos damos cuenta de que todo tiene su medida, su tiempo y su espacio, su razón de ser y su objetivo. El crecimiento y el aprender serán, quizás, el nuestro. Descubrirlo lleva tiempo… y el tiempo es tirano, ya lo sabemos.

Ciudadana Mónica

Héroes sin capa

28 Nov

Cuando pensamos en héroes, quizás por influencia de las historietas y el cine, nos imaginamos a seres excepcionales (puede que hasta con algún poder especial, si abarcamos con ese término a aquellos superhéroes de fantasía) que se destacan entre el resto de los mortales por su actitud esforzada y valiente, casi sin debilidades, capaces de arriesgar su vida para salvar la de otros.

No muy a menudo se piensa en los héroes como seres normales, con virtudes pero también con defectos, con flaquezas, miedos y complejos, hasta con rencores y miserias.

Quizás lo más meritorio en cuestiones de heroísmos sea precisamente la capacidad de vencer los miedos naturales y no la carencia de los mismos; mantenerse en la lucha, a pesar del cansancio.

No sería de demasiada valía el arrojo de alguien que se supiera indestructible, al contrario, es de mucho mayor mérito el saberse vulnerable igual que cualquier hijo de vecino y a pesar del lógico instinto de supervivencia, decidirse a arriesgarlo todo por una causa justa, un ideal o por evitar el dolor de un semejante. Mucho más valioso si el amenazado es alguien totalmente ajeno a nosotros y si el riesgo no lleva implícito recompensa alguna.

Pensar que cada uno de nosotros, seres rayanos con la masiva normalidad, puede llegar a constituirse por alguna extraña razón en un héroe o algo parecido es algo que no se piensa frecuentemente.

Pero si lo analizamos desde el punto de vista del transcurrir de la historia de nuestras sociedades, se puede llegar a la idea de que gracias al esfuerzo y la lucha cotidiana de miles de seres anónimos (que jamás tendrán expectativa de sobresalir por sus virtudes de entre sus pares también anónimos) la humanidad sigue, a pesar de todo, andando y evolucionando; se puede entonces, aceptar el hecho de que se trata de verdaderos héroes, porque su entrega no tiene mayor recompensa, porque continúan esforzándose a pesar de las injusticias, aún en contra de lo que se podría suponer debido a la explotación a que desde siempre han sido sometidos por aquellas minorías que sobreviven gracias a que ellos siguen, con su esfuerzo, manteniendo en funcionamiento los engranajes de nuestro mundo. No dejan que la cruda realidad mate sus esperanzas.

Porque se es héroe cuando se continúa educando a pesar de que no se construyen escuelas, se es héroe si se sigue yendo a la fábrica aún a sabiendas del magro salario, se es héroe si se sigue luchando contra el desalojo aún cuando no exista esperanza de tener un techo propio, se es un verdadero héroe si no se deja la responsabilidad de la tarea asignada aunque su existencia sea menospreciada, se es héroe si se decide seguir teniendo esperanzas en un mundo donde el engaño es la moneda corriente, donde el que roba vive mejor que el que nunca lo ha hecho, se es, en definitiva un verdadero héroe si se sigue apostando por la vida aunque casi nunca sonría la suerte.

Se trata sin duda de héroes, de los héroes de la clase trabajadora (como tan poéticamente los calificara aquel ángel de la revolución pacífica, el asesinado John Lennon). Sin ellos, la sociedad sucumbiría. Sin su lucha cotidiana nada sería posible.

Siguen tirando del carro soportando el mayor de los esfuerzos para que todos salgamos adelante.

Incomprendidos, postergados, mal pagados, decepcionados, engañados, explotados, angustiados, desesperanzados, y a caso por convicción o por despecho, la gran masa trabajadora sigue adelante. Año tras año con su heroísmo anónimo y cotidiano.

Mi padre es uno de ellos, un vivo ejemplo. Con sus afortunadamente intactos casi 87 años, sigue levantándose todas las mañanas para ir a trabajar, a pesar de que ya está jubilado, pero por la injusticia de su remuneración continúa haciéndolo, luego de haberse esforzado toda la vida cumpliendo con su responsabilidad y de sentirse estafado por quienes siguen haciéndolo.

Mi madre es una de ellas, con sus esforzados 76 sigue luchando codo a codo con mi padre a pesar de que nunca recibió paga por su trabajo, por el hecho de considerarse que ser ama de casa no es tarea digna de recibir salario. Madruga cada día a pesar del cansancio, a pesar de que tendría el derecho de disfrutar más su vida, no afloja, no se rinde, no nos abandona.

A ellos y a todos los héroes sin capa vaya este homenaje, este reconocimiento…

    

JOHN LENNON | Working Class Hero

Tan pronto como naces te hacen sentirte pequeño,
no dejándote tiempo en vez de dártelo.
Hasta que el dolor es tan grande que ya no sientes nada.
Un héroe de clase obrera es lo que hay que ser.
Te hacen daño en casa y te pegan en la escuela,
te odian si eres listo y te desprecian si eres imbécil,
Hasta que estás tan jodido de la cabeza que no sabes seguir las reglas.
Un héroe de clase obrera es lo que hay que ser

Te torturaron y asustaron durante tus primeros veinte años.
Esperan de ti que escojas hacer una carrera universitaria.
Sin embargo no puedes funcionar bien, ya que estás tan lleno de miedo.
Te drogaban con religión, sexo y televisión,
y tú pensabas que eras tan listo, sin clase y libre.
Pero seguís siendo jodidos plebeyos por lo que veo.

Aún hay sitio en la cima según te dicen,
pero primero debes aprender cómo sonreír cuando mates a alguien,
si deseas ser como toda la gente importante.

Un héroe de clase obrera es lo que hay que ser.

Si quieres ser un héroe, sígueme.

Ciudadana Mónica