Culpables de la debacle que ahora ofrecen soluciones. El pasado en Goldman Sachs de los tecnócratas europeos. Golpes de mercado que atentan contra la democracia.
Por Dante Caputo para Perfil
Cuando tomamos distancia de las tumultuosas marchas y contramarchas europeas para observar el desenvolvimiento más amplio de los sucesos, hay un primer hecho que llama la atención. Los mismos actores que estuvieron al origen de la crisis financiera de 2008 son los que hoy dictan en gran parte las condiciones de la solución que se aplica en esa región. Extraña vuelta de la historia en que los aplazados ahora toman examen.
En 2008, los bancos, por su mala administración y voracidad especulativa, desataron la crisis que hoy continúa estremeciendo a las potencias occidentales. Como la caída de los grandes bancos -se razonaba entonces- arrastraría el derrumbe del sistema financiero, había que rescatarlos. Entonces llegaron los sucesivos salvatajes, cuyos montos fueron inmensos. Sin embargo, las economías centrales continúan sumergidas en uno de los ciclos recesivos más pronunciados desde 1930.
El relanzamiento de la economía estadounidense apenas se insinúa y las europeas viven su peor momento desde que se inició su esfuerzo de integración. El banco de inversión Merrill Lynch sugiere que la desaparición del euro ha dejado de ser una posibilidad para convertirse en una probabilidad.
Los desajustes iniciados por la especulación financiera no han concluido y se exhiben con dureza en la Unión Europea. Los gobiernos de Grecia e Italia cayeron por las imposiciones de Francia y Alemania para aplicar las reformas del FMI y restablecer así la confianza de los sectores financieros. Vea, lector, cómo se cierra el círculo. Los originadores de este desastre son los monitores del ajuste en Europa.
Resulta llamativo que el razonamiento fue desplazar a quienes conducían los gobiernos y no sancionar a quienes tomaron decisiones desde bancos y calificadoras de riesgo. Los políticos que rescataron con inmensos costos el sistema financiero son considerados incapaces de salvar a sus países. Ahora, se los reemplaza por tecnócratas, cuyas candidaturas no se sabe de dónde salieron y fueron impuestas a los parlamentos. No debería llamarnos la atención ser testigos de una mutación de lo que hasta aquí llamamos democracia.
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