Se celebró el pasado fin de semana en Valencia el V Encuentro España-África Mujeres por un mundo mejor que dio muestra del buen rollito existente entre los gobiernos estatal y autonómico. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, en plena sesión pública de bienvenida ante la Reina Sofía, reprochó a la vicepresidenta primera del Gobierno de España, María Teresa Fernández de la Vega, no haber invitado oficialmente al President de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps. La vicepresidenta negaría el saludo a la alcaldesa minutos después, en respuesta a su declaración.
Nuevas diferencias rebrotaron en la jornada de ayer cuando la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, realizó una visita sorpresa al barrio marítimo de Cabanyal i Canyameral, cuyo proyecto de reforma es objeto de polémica eternizada judicial y políticamente desde hace más de una década y que en la actualidad enfrenta a ambos gobiernos de manera aún más evidente, entre otros frentes abiertos. La ministra aceptó la invitación de la plataforma Salvem el Cabanyal, declinando la de la propia alcaldesa.
Cuando cosas así pasan me pregunto cómo los gobernantes pretenden salvar mundos globales y presentar -sonrientes- maravillosas propuestas al globo terráqueo si ni siquiera son capaces de entenderse en casa propia o vecina y no ya solventar los problemas cercanos sino, al menos, no dañarlos de manera dolorosa y tal vez irreparable.
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