Ayer, 1º de junio, llegó a Rosario (Argentina) proveniente de la Capital, la primera estatua que su ciudad natal le dedicará al Che.
Ernesto Guevara de la Serna, nació hace ochenta años por casualidad, en la ciudad donde nací y vivo. Sus padres estaban camino a Buenos Aires, viajando desde Misiones (provincia del norte argentino) cuando el nacimiento del niño se produce en este suelo, frente al río Paraná.
A lo largo de su niñez, adolescencia y juventud, fueron varios los aires que conociera de este país al que quiso y en el que se formó. Pero por esas cosas de las verdades no asumidas y de la historia contada a medias, nunca antes estuvieron dadas las condiciones para rendirle un homenaje adecuado a éste, quien seguramente, es el argentino más famoso y polémico.
A pesar de pertenecer a una clase media acomodada, su vocación de compromiso político se manifestó desde siempre en favor de los desposeídos.
Luego de acabados sus estudios de medicina decide recorrer el sufrido territorio sudamericano adentrándose en la cruda realidad que debían soportar obreros, campesinos y trabajadores. Su idea de participar en un cambio sustancial de aquella situación de extrema necesidad crece a medida que él mismo va madurando como hombre e intelectual.
La situación de aquellos años es difícil y violenta. Las injusticias que ve y vive lo deciden a volcarse por el camino de las armas, reivindicando los derechos de los más humildes, los explotados y los desposeídos.
Por haberse decidido por aquellos métodos y por haber sido absolutamente consecuente con las ideas que abrazó al punto de dar su vida por ellas, es hoy quien es… tanto en la memoria de quienes lo honran como en la de quienes lo difaman.
Andrés Zerneri, trabajó por más de tres años en la concreción del homenaje al hombre a quien, desde su juventud, admiró por su calidad humana y su obra política. Realizó la estatua en su casa taller del barrio porteño de Palermo, con una clara premisa que se auto-impuso: construirlo con la colaboración de la mayor cantidad posible de personas. Una tras otra se fueron donando llaves de bronce para sumarse a esta empresa, y fue así, que 14.000 personas aportaron 3.000 kilos de este metal necesarios para esculpir el monumento de más de 4 metros de altura.
Y por qué llaves?, sería la pregunta…según cuenta el propio escultor cada una aporta parte de una historia dolorosa y emotiva, como la de una familia de argentinos exiliados políticos de los años 70 que debieron emigrar hacia Alemania sólo con lo puesto; debieron dejar Buenos Aires abruptamente, sin poder llevarse nada de su casa a la que, más tarde, también perdieron. Sólo les quedó, como símbolo doliente de aquella huida forzosa, la llave de bronce que conservaron por años. Allí, lejos de su patria, la familia se radicó y se multiplicó por más de tres décadas, pero la llave de la casa perdida, usurpada por los dictadores los acompañó siempre, como mudo testigo de aquellos años trágicos.
El monumento al Che fue la gran oportunidad para reivindicar su pasado: todos sintieron que volverían a Argentina a través de su llave símbolo. Nueve integrantes de aquella familia, retornaron a Buenos Aires después de treinta años y entregaron personalmente al escultor aquel trocito de metal que simbolizaba su dolor y su despojo.
“Este monumento está hecho con miles de llaves cargadas de emoción como la de esa familia”, resume el artista; quizás por eso la polémica escultura valdrá más por su simbología que por su parecido con el verdadero Che.
Ciudadana Mónica
Etiquetas: Argentina, Che, estatua, Rosario
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