La intención de las siguientes líneas es hacer una crítica constructiva sobre las nuevas formas de comunicación, lazos afectivos, de unión y de compromiso social del lugar y la época a la que pertenezco.
Dime cuánto tienes y te diré quién eres, es el nuevo lema de la era que estamos viviendo a la que llamamos postmodernidad, cuyo significado carece de sentido porque no tiene orden ni identidad; el hombre de esta época es un hombre con muchas identidades, la época es una época donde todo se vale, donde razonar no está permitido, donde el deseo se puede cumplir no importa el precio.
La postmodernidad se pinta como una época donde el futuro no importa, lo que es importante es vivir el ahora, la gente no se preocupa por lo que va a pasar mañana, no le interesa incluso si se están acabando sus recursos naturales. La sociedad se presenta apaciguada y alienada, la gente camina en las calles con prisa sin interesarle los detalles del camino ni las personas que pasan al lado suyo, estamos divididos en nuestro propio yo, la comunicación real en espacio y tiempo se pierde cada vez más y con mayor facilidad; cuando nos saludan… hola, ¿cómo estás? en seguida nos desmarcamos con un… bien ¿y tú?, estamos sumergidos en el miedo, en la incertidumbre y la desconfianza hacia el otro e incapaces de impresionarnos ante algo, nos vemos conformes y acostumbrados a la violencia donde los creadores de ella juegan a una pena (cárcel) de sustitución, los movimientos se quedan en simples marchas llenas de quejas pero sin propuesta alguna, esta sociedad no es capaz de proponer cosas nuevas porque vive cómoda y tranquila con lo que tiene e incapaz de exigir un cambio.
En esta realidad social los lazos afectivos y de unión parecen no ser necesarios, el sujeto es un ser cada vez más solo, más triste e individual, fragmentado en sí mismo, vulnerable a las nuevas formas de control social y su valor humano está en las cosas que compra o en la talla de pantalón que usa, y el status económico al que pertenece decide su lugar en el sistema político.
Además, estamos limitando nuestros espacios de charla: Los parques y las bibliotecas se intercambian por el antro y el supermercado.
Perdemos habilidad de conversación, la cuál debería empezar desde nuestros hogares, donde tampoco nos comunicamos porque el nuevo modelo de familia presenta a ambos padres trabajando, los hijos se van a la escuela o se quedan en casa y son educados por una nana de cable: La televisión, cuyo objeto representa el sustituto del oyente que debería ser el padre, la madre o los hermanos.
La calle se convierte simplemente en líneas de tránsito donde la gente sólo se traslada de un lado para el otro, no nos vemos a la cara, nunca hay tiempo para quedarte un minuto a la charla, vivimos estresados y condicionados a llegar y temerosos de ser desviados de nuestro rumbo, el tiempo se convierte en oro, el refrán no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy toma un abstracto significado pues vivimos condicionados a la producción, al quehacer, a la labor, interesados sólo en realizar aquellas actividades que produzcan ganancias económicas.
El trabajo se vuelve mecánico, los empleados pasan de ser personas a máquinas creando producción en serie, asignados a tareas rutinarias con salarios simbólicos y engañados para laborar horas extras igualmente mal pagadas, con estas condiciones es normal que los empleados se vuelvan callados, porque viven llenos de preocupaciones y de estrés.
Además las nuevas formas de laborar de las empresas condicionan a los trabajadores con estrategias engañosas, algunas ofrecen tres turnos de ocho horas mañana, tarde y noche donde en todo momento hay algo que hacer, el empleado siempre debe estar en movimiento sin tiempo para hablar con el otro y puesto que está lleno de miedo y por la falta de trabajo es que se evita renunciar aunque este tipo de empresas tienda trampas como no hacer contratos para no otorgar seguro social, prestaciones, prima dominical, vacaciones y todo aquéllo que por derecho pertenece al empleado como el derecho de réplica o de queja.
No renuncia porque el que no trabaja y no produce se aliena y entonces no sirve, las enfermedades mentales se presentan con nueva sintomatología y nosografía: Y un síntoma es la falta de trabajo y el silencio que representa a las nuevas condiciones sociales.
En las escuelas las materias son mecánicas, ya no sólo son matemáticas, química, física, ahora las hay computación, programación, mercadotecnia y aquéllas como filosofía se ponen en la cuerda floja junto con la razón y el diálogo porque a los alumnos -aparte de estar controlados con estas nuevas formas de enseñanza- se les han aumentado horas de escuela y se le ha quitado el receso, las actividades deportivas están perdiendo espacios, las canchas de fútbol se cambian por los laboratorios de computación y las bibliotecas por el Internet, las escuelas aprovechan estás nuevas tecnologías y la educación se vuelve a distancia, por vídeo-llamada o por vídeo-chat. Los espacios donde profesor y alumno conversaban se acaban agregándose mútuamente, lo que sucede en las escuelas privadas donde idiomas extranjeros se vuelven más importantes que el propio, los alumnos escriben mejor el inglés que el español y entonces la comunicación se hace más difícil.
Incluso las formas y la arquitectura de la postmodernidad representan fríamente los ejemplos que he mencionado, empiezan por cortan espacios en las casas, en los parques, las plazas y todos aquellos sitios de reunión: La cochera de la casa ya no está al lado de la puerta principal, está enfrente y al salir el primer encuentro es con el auto, o simplemente la gente vive encima uno del otro, por los grandes edificios que se construyen con departamentos pequeños diseñados para que las personas que vivan en ellos no se encuentren al salir, y las grandes plazas con jardines y bancas no se construyen tanto como las aurrera, soriana, sams etc… Estamos renunciando al dialogo, vivimos enajenados completamente de la gente y más preocupados por el dinero y las grandes construcciones.
Y toda esta falta de dialogo, de preocupación por el otro y vacio interno que vivimos nos está subiendo a una cuerda floja con un mecanismo estructurado perfectamente cuyas circunstancias que se nos presentan nos desplazan cada vez más haciendo que el hueco que hay entre una y otra persona se haga más extenso y donde unirnos pareciera imposible. Convertidos en seres materiales y llenos de deseos más preocupados por uno mismo fragmentados y sin identidad somos más vulnerables al no conversar y con el lenguaje siendo remplazado por la tecnología y reducido al espacio satelital o cibernético, los mensajes se transforman en mercancía mandada en fragmentos y decodificada en simples simbolismos, las expresiones de afecto ahora son guiños del Windows Live Messenger o llevan marca Nokia o Motorola, hemos puesto nuestros sentimientos a la compra-venta.
Entonces, los lideres postmodernos (el millonario) nos encaran a una realidad aparentemente ideal que nos llena de promesas que no cumplirán, mediante técnicas con mensajes subliminales y el primer ataque a nuestra razón viene del mercado, el que se postula como el sustituto de Dios…
Bienvenidos, pues, a la época de la ilusión, del engaño, las perturbaciones (creadas por la condiciones económicas) y con los sentimientos abaratados transformados en meras representaciones estereotipadas: La Coca-Cola en la mesa es igual que la familia, el agua Bonafont es lo mismo que ser amad@, los condones Sico parecido a ser desead@, las cremas antiarrugas, antiflacideces, antiedad, antigordura, antitiempo es casi parecido a ser bonit@, ser querid@, a conseguir una felicidad que ahora se transforma en mito, en un algo que alguien escuchó alguna vez y le pareció coherente, ahora esa felicidad no lo es tanto si no estás en el sistema.
Y llegados al punto más flojo de esa cuerda ya dentro del sistema nuestros afectos se disminuyen a percepciones verosímiles, nos convencemos de nuevas formas de socializar, de pensar, de sentir y de ser.
Estamos ya afectados por la falta de compromiso con el otro y sobre todo con uno mismo, la sociedad se vuelve banal y superflua, las relaciones carecen de sentido y compromiso, la amistad se crea por intereses económicos, nuestros afectos hacia la propia familia se ponen en duda, el amor hacia uno mismo es un puro invento, el amor al otro se vuelve frágil y para esa fragilidad inventamos términos como free y amigos con derecho, ahora los noviazgos son de una semana o un día incluso, en la postmodernidad ya no es necesario aspirar a lo interno porque éso ya está completo, ahora sólo hay necesidad de llenar éso otro que se parece a un pozo sin fondo: El deseo.
Y las estrategias que presenta el mercado para llenar ese deseo es la compra, no importa el precio ni tampoco si tienes el dinero puesto que puedes pagar a crédito y entonces todo aquéllo pulsional lo depositamos en los objetos que representan a aquella falta que es necesario conseguir, el comprador se vuelve compulsivo e insatisfecho con ganas de tener siempre el mejor celular, el mejor carro, el mejor todo porque así lo presenta la televisión, el radio, Internet… Estos partícipes del mercado atacan con mensajes subliminales avasallando al sujeto, llenándolo de ideas invitándolo a comprarlas y sometiéndolo a la insatisfacción por no poseer lo que aparentemente en esta época ya es fácil.
El nuevo orden social nos conduce con engaños a un estado nirvana que es lo mismo que a un estado de muerte o destrucción.
Todos los motivos necesarios para que los compradores compren deben surgir de inmediato, mientras caminan por el centro de compras. Y también deben morir de inmediato (gracias a un suicidio inmediato, en la mayoría de los casos), una vez que han cumplido su cometido. (Bauman, Z.; Amor Líquido; FCE; p. 133-168.)
El marketing no te pone límites a los deseos de muerte, pero sí remedios milagrosos ante cualquier circunstancia y entonces reaparecemos en escena como resucitados para continuar con el mismo ciclo y es cuando el márketing representa el arma del nuevo control social.
Por fin existen ídolos que han inmigrado en el espíritu humano a partir de varios factores dogmas o filosofías, y forman también falsas leyes de demostración. Tal es el ídolo del teatro o de las teorías. (Francis Bacon; Ibidem aforismo, XLIV)
La postmodernidad es una simple máscara que utilizamos para tapar aquéllo que no nos gusta de nuestra sociedad y que nos produce insatisfacción, aunque posiblemente estemos frente a una etapa de transición donde las consecuencias de la falta del dialogo toman representación de esta manera.
Así que nos toca enfrentarnos a las consecuencias, porque no podemos darle la espalda a la postmodernidad, quizá podamos no estar de acuerdo con ella pero éso no significa que debamos ignorarla, porque el cambio está precisamente en no estar de acuerdo.
Quizá no exista una fórmula mágica que garantice el rumbo de la sociedad, pero las soluciones no podemos buscarlas fríamente; desde mi punto de vista el triunfo reside en reponer aquéllo que dejamos atrás y nos llevó donde estamos, el dialogo, porque si ahora estamos fracasando en nuestras relaciones es precisamente porque hemos perdido la capacidad de dialogar y de cuestionar todo lo que se nos pone en frente. La mejor manera de encarar la situación es juzgándola, no rechazándola porque de esa manera entramos en el sistema de la indiferencia.
Y no podemos seguir conformados y resignados a este sistema de control, aún estamos en condiciones de tomar posturas políticas que voten por el cambio, pero no ese simple cambio banal, el cambio está en la manera de educar y de comunicar porque precisamente el fracaso lo encontramos por la deficiente comunicación.
No intentemos evadir la realidad como hasta ahora lo hemos hecho, el primer paso ya lo tenemos dado y ése fue darnos cuenta del lugar en el que estamos; despertemos, pues, a las nuevas generaciones, no permitamos quedarnos donde estamos.
La postmodernidad se nos ha presentado como el mejor pretexto para promover el movimiento y como dijo Aristóteles… el movimiento es vida.
Se me ocurren varias cosas:
1. Que estoy básicamente de acuerdo contigo. El panorama parece desolador, pero es el que hay.
2. Pensaba que en tu sociedad (nuestro México querido) no se encontraba tan desarrollado este mal de nuestro tiempo, la incomunicación. Puede que esté equivocada mi visión y sea demasiado idealista, o que hayas realizado un estudio más general.
3. Que para éso estamos aquí, para hablar.
4. Que cada vez dudo más de la utilidad de hablar y de la capacidad de escuchar, pero ésto es como la democracia, es el menos malo de los métodos conocidos para el progreso humano.
5. En un post reciente de Mónica dudaste de si realmente somos libres, pues vivimos atados a todo cuanto nos determina. Lo que nos determina nos incapacita para razonar y dialogar.
6. Vivimos en compartimentos estancos, metidos en simbólicas cápsulas uni-personales, casi de ciencia-ficción, que en algunos casos son reales, como en esos novedosos hoteles japoneses donde duermen los trabajdores de determinadas empresas y hasta ejecutivos en reducidos espacios, sin apenas poder moverse, pero conectados a Internet. Para qué se conecta a Internet alguien que vive su vida preso! Que abra la puerta y se largue, al menos quien pueda.
7. Y aquí me extiendo un poco. Yo ando siempre buscando escuchar y ser escuchado. En mi vida y en la red, siempre. Aquí me encontré grandes pasiones y no menos importantes decepciones. Hasta qué punto sabemos escucharnos, en profundidad, con método eficaz y sincero, lejos de dogmas ideológicos, políticos y egoísmos idólatras, hasta qué punto todo este mundo virtual que hemos montado es cierto, es de verdad, es algo que ahora mismo me estoy planteando.
Un beso, Ccy!
Suerte en los exámenes.
Guárdame palomitas.
😉
Ccy, veo que has hecho una radiografía exacta e impiadosa de este momento crítico que atraviesa nuestro mundo global en el que, (lejos de ser como era hace un tiempo), las influencias sociales se relacionan y expanden rápidamente gracias a la tecnología que acorta espacio y tiempo.
De esa manera tendemos a decir en forma genérica que la sociedad en la que vivimos es de tal manera y si bien es válido, creo que la gran mayoría de nuestro planeta está muy lejos de tener esos problemas de la llamada post modernidad. Es mucho mayor la cantidad de personas que sufren otras lacras como la desnutrición, las guerras perpetuas, la inaccesibilidad a la educación, a la sanidad, etc,etc.
Y si bien parecieran dos realidades completamente opuestas, ambas son producto de un mismo sistema económico, filosófico social y político que ha entrado en crisis. Se podría decir que son las dos caras de una misma moneda.
Nosotros, los que estamos dentro de los que podemos llamar «privilegiados», si bien sufrimos toda las carencias y tensiones que muy bien relatás tenemos la fortuna de tener algunos medios para intentar cambiar el rumbo de este mundo que necesita imperiosamente ser distinto.
Creo que hay mucha gente que advierte la necesidad de cambios, gente que a pesar de todo no ha perdido las ganas de intentarlo y sabe que no es para nada fácil.
Todo lo contrario.Tampoco será rápido. Tal vez requiera que pase una generación. Quizás nuestros hijos sean los que reaccionen y se animen con el cambio integral que hace falta. A pesar de lo que aparenta, creo que se viene gestando lentamente un movimiento de mayor conciencia ambiental, de integración global, de revalorización de cosas que, en su momento se dejaron de lado por considerarlas obsoletas y hoy han demostrado que no son tales. Hablo de los lazos solidarios y familiares. Precisamente por todo lo que enumerás, hoy queda claro que lejos de poder prescindir de ellos, el ser humano los necesita para su propia realización, de otra manera, termina deshumanizado y hasta el arte actual nos habla de ese vacío que hemos creado. Creo que es un primer paso. Reconocer en qué nos hemos convertido (como sociedad y como individuos) es el comienzo.
Ahora debemos optar por dos caminos. Desistir y arrojarnos con todo al abismo, o recapacitar, desandar el camino equivocado y construir los nuevos e imprescindibles. No es nada fácil, pero es lo que se puede hacer.
Yo elijo (por mí y por los que vengan) arriesgarme intentando algo nuevo. Soñar utopías no quiere decir cerrar los ojos y no ver, quiere decir proyectar un futuro posible.
Sé que es muy fácil que nos gane la desazón pero también es posible que se contagie la razón y la voluntad de cambio. Cada gota que aportemos en ese mar de esperanza suma y yo me anoto para llenarlo.
Me encantaría que sea una pandemia jejeje
Saludos esperanzados (pese a todo)
… A mí me gustaría tener tan claro que el Diálogo y la Comunicación, o mejor dicho,su AUSENCIA, es la ENFERMEDAD, y no uno de sus SINTOMAS… que es la CAUSA, y no una de sus CONSECUENCIAS… Lo digo, porque si lo tuviera claro, creo que el camino para encontrar la SOLUCIÓN a la situación en la que vivimos, y que describes en tu artículo, estaría mucho más a nuestro alcance (aunque, como dices, no fuera nada fácil)…
Yo, que, por mi edad, he vivido a caballo entre el Racionalismo más utópico y esta Postmodernidad hiperrealista, era, como Iesu, un poco adicto de la charla y la comunicación… hasta que llegué a la dura conclusión de que una inmensa mayoría (hasta en los círculos más cercanos de la vida real), NI ESTABA INTERESADA en HABLAR, NI TAMPOCO en ESCUCHAR, preferimos una vida de slogans, mensajes publicitarios y caminos ya establecidos… Y no tengo muy claro si esto es una característica propia de esta Postmodernidad, o si ésta, lo único que ha hecho es ponerla más de manifiesto, agudizándola!!…
De todas formas, sí que estoy muy de acuerdo, en que seguir intentando recuperar, mantener o potenciar la COMUNICACIÓN y el DIÁLOGO es necesario e imprescindible (aunque resulte, con frecuencia, un tanto cansado y desalentador)…
Porque, al igual que hace la medicina, cuando no conoce la causa o la enfermedad, o no puede evitarla… !hay que tratar los síntomas y paliar las consecuencias!…
Un abrazo
Iesu: En México se viven estos males, claro no igual que en otros paises por que bueno todo depende también de la cultura de cada país y finalmente yo vivo en un debate si la postmodernidad ha llegado a México, he llegado a la conclusión que sí, muy a tientas pero por desgracia las ideas que se tienen en esta epoca las hemos tomado acá, será quizá que el apaciguamiento también nos sintio comodo: Y se nota más en tiempos electorales donde parece que no importa quien gane las campañas al final creemos » que todos los candidatos son iguales». Quizá una posición más politica y de exigencias es la que nos hace falta por que es increible que hasta los jovenes los que resultaban los más revolucionarios no nos interese ya el lugar donde vivimos, en fin que yo no pierdo esperanzas por algo estudio lo que estudio jaja…
pd 1: Ya estoy de vacaciones
pd 2: Ya no trabajo en el cine jeje
Monica, Javier: Haciendo un análisis todos eso que ustedes mencionan es parte de esta época, por desgracia ahora tendemos a dejar de lado eso que es realmente preocupante pero que al final de cuentas termina siendo parte de, y nosotros somos parte de ese «de» así que no creo que baste con darnos cuenta de como estan las cosas: ¡Hay que actuar!
ya lo decia con una amiga: Por ayudar comencemos por barrer nuestra banqueta y la calle, por utilizar el agua necesaria y por un buenos días o buenas tardes a las personas que atraviesan por nuestro camino, finalmente siempre somos parte de esto: Aunque no queramos darnos cuenta. Sí es dificil una batalla por estos tiempos contra la ideología que estamos tomando ultimamente pero siempre es posible, con una buen dialogo con nuestros seres queridos quizá baste, al menos creo que con eso ya no seremos parte del sistema de la indiferencia.
Espero que esten bien y se cuíden mucho…
Éxito
Me recordo una novela de George Orwell: «1984»
En una parte de la novela uno de los personajes «trabaja» en la simplificacion del lenguaje pero a tal punto que aniquila el pensamiento, todos aquellos que tiene nociones basicas de psicologia conoce que el lenguaje viene siendo el soporte «meterial» del pensamiento, pues se realiza a traves de este …. asi que cuanto menos palabras tegamos, mientras mas simplificado sea nuestro vocavulario mas limitadas nuestras capacidades para pensar, que nadie se engañe, no siempre sencillo significa eficiente.
La sociedad somos todos. Para que la sociedad cambie tiene que cambiar cada uno de sus miembros.
Está claro que a los que dirigen «el rebaño» solo les interesa el consumo y sus ganancias.
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