¿Todos tenemos que tener blog?

22 May

Dejo la pregunta en el aire.

Desde que la moda de los blogs entró de lleno en nuestra vida -la vida de los que podemos permitirnos el acceso a la red, claro-, hasta ‘El Tato’ se ha abierto uno. Que si de política, que si de fútbol, que si de cocina, que si de su vida -que no le interesa a nadie-, que si de la cebra-gamba que habita en el Adriático, que si de la exportación de la aceituna somalí, que si de la gestación de los canguros rosas… de todo.

Y no estoy criticando la variedad, Dios me libre. Sin embargo, hay muchos, muchísimos, demasiados blogs tremendamente mal escritos. Y en cuanto a mal escritos me refiero a que hay gran cantidad de gente que -supongo, inconscientemente- no sabe articular una frase con sujeto, verbo y predicado. De las tildes, los puntos, las comas y su situación dentro de la oración mejor ni hablamos. La búsqueda de buenos blogs es bastante tediosa. Pero más, si cabe, cuando tres de cada cuatro son completamente infumables.

Un blog, como un libro o cualquier otra bitácora, es la sinergia de lo que se quiere decir junto con cómo se dice. El fondo más la forma. Y, personalmente, creo que ambas vertientes tienen la misma importancia.

Así las cosas: ¿es preferible que todos escribamos o sería mejor que escribieran sólo los que saben escribir?

Ciudadano Fer

23 respuestas to “¿Todos tenemos que tener blog?”

  1. Jorge 22 May, 2008 a 11:34 am #

    Lo siento Fer, estaba contestado al artículo y justo cuando ya estaba mi comentario casi terminado la página se ha cerrado. Definitivamente esta República tiene fantasmas, espíiiiritus malos (¡¡buh!!).

    Y ahora tengo tal mosqueo encima que paso de repetirlo. No hay nada que me j… más en esta vida que perder el tiempo o tener que hacer dos veces la misma cosa.

  2. Jorge 22 May, 2008 a 11:40 am #

    Por cierto, me voy a tomar la libertad de poner este artículo en la serie de Graaaaandeessss Debateeeeessss (ahora suena la música de la Warner Bross -A Time Warner Entertainment Company- tal que así: http://es.youtube.com/watch?v=Vw5Y__LOdCQ)

    Y seguidamente salgo yo a bailar.

    Qué mosqueo tengo encima, la h…

  3. ferblazrom 22 May, 2008 a 11:41 am #

    Algo malo estarías diciendo para que te haya pasado eso…

    Ya lo pondrás cuando se te pase el cabreo. ¿O vas a ser capaz de no decir nada?

    😀

  4. Jorge 22 May, 2008 a 3:24 pm #

    Voy a ser mucho más breve esta vez, porque ya no tengo tanto tiempo ni tampoco muchas ganas. Decía, antes de mi «boicot» y el consiguiente enfado, que yo soy un gran partidario de la libertad de expresión.

    En ese sentido admiro lo que ha supuesto el fenómeno de Internet, la gran revolución de la comunicación personal. Éste es el lugar más democrático que existe y en él puedes encontrar exactamente lo mismo que en la vida real: noticias, entretenimiento, humor, sexo, juegos, cultura, radio, televisión… y a todo tipo de personas: médicos, fontaneros, parados, estudiantes, jubilados, jóvenes, niños, periodistas… y sobre todo mucho ser no identificado. Cualquiera de ellos tiene las mismas posibilidades en este mundo, y gratis -sin recalificaciones ni hipotecas y sólo pagando a su compañía proveedora de Internet- puede tener todos los espacios y parcelitas que quiera por este universo: blogs, fotologs -esos grandes desconocidos-, redes sociales, etc.

    A mí todo esto, de entrada, me parece maravilloso. De entrada. Porque es cierto que este fenómeno ha traído el caos. Es muy difícil, como tú dices, caminar por la Red hasta conseguir encontrar lo que realmente merece la pena, o al menos lo que a mí me merece la pena (tal vez otros tengan más suerte). Muchas veces he mantenido un debate paralelo a éste con Jesu: ¿cualquiera puede hablar de cualquier cosa? Sí, por supuesto que sí. Pero yo soy partidario de distinguir. Para mí no tiene el mismo valor Bernat Soria hablando de biomedicina que mi vecina la de la panadería de abajo. Y lo cierto es que todos aquí hablan como si fuesen Bernat Soria. Y así con todo.

    Eso por un lado.

    El otro gran tema es el de la ortografía. Muchas veces le pido a Jesu que no obvie esos símbolos -que mí me parecen tan útiles- del castellano que sirven para iniciar exclamaciones e interrogaciones, y él me contesta que «él puede escribir como le de la gana» y que «se entiende igual». Es verdad. El problema es que ése es un detalle minúsculo -en una conversación de messenger, para darle velocidad, nadie se pone a buscar el ¿ o el ¡, ni siquiera yo que me chupé un año entero de ‘tipeo’ (de ‘to type’, palabra que por cierto me encanta)-; pero tonterías aparte, empezamos eliminando cosas y acabamos eliminándolo todo. A mí me parece estupendo que cualquiera cuente lo que le venga en gana, incluso su vida, vale -yo también lo hago-. ¿Pero no habrá que seguir unas normas básicas? El colmo de los colmos al que hemos llegado es tener que traducir a quienes están escribiendo en nuestra propia lengua para poder entenderlos.

    Yo puedo comprender que personas con una baja formación académica cometan errores ortográficos o de expresión; y los leo igual, cuando me escriben o en sus propias páginas, porque pueden decir cosas tanto o más interesantes que mucho letrado prepotente. Pero, si bien lo comprendo, también es cierto que en estos tiempos a nadie le cuesta nada pasar un artículo por el corrector de Word -algo muy simple que todos tenemos instalado- antes de publicar una sucesión de barbaridades y patadas al diccionario. No es un sistema perfecto, pero tiene un gran índice de acierto para quien escribe mal siete de cada diez palabras. Es un paso muy sencillo, que incluso yo que siempre voy atento sigo religiosamente porque las prisas me suelen engañar (y cuando no lo hago va mi colega Fer y me pilla poniendo ‘alagar’, y encima reincidiendo en el error por aquello de la asimilación mental). Pero no, a nadie le preocupa. Los puntos, las comas, la ausencia de ambos… ese es otro tema. Aquí también soy comprensivo: comprendo que no todo el mundo sepa redactar a la perfección, pero tampoco es algo imposible. Yo siempre he defendido que la literatura, a pesar de estar catalogada como arte, no es tal cosa: cualquiera, y digo cualquiera, puede escribir bien si le pone interés. A escribir se aprende leyendo, eso me enseñaron de pequeño. Otra cosa es que haya maestros del oficio a los que admiro profundamente y a los que nunca voy a alcanzar, eso por supuesto, pero tampoco es como para tirar cohetes saber enlazar palabras conocidas, ni hay que nacer con un don especial para ello. Vamos, digo yo.

    Lo que ya no entiendo, ni comprendo, ni nada de nada -o tal vez sí y por eso me jode (perdón) mucho más- es que los hijos de la ESO -vamos, mis compañeros- llenen la Internet de códigos marcianos completamente ilegibles. Eso ya no. Me puede. Ayer comentaba con Fer el caso cumbre: los fotologs. Los fotologs son un «algo» en que miles de pequeños seres que habitualmente rondan edades comprendidas entre los 14 y los «veintipocos» años cuentan sus vivencias, pensamientos y profundas reflexiones amenizándolo todo con una hermosa foto o imagen. Iba a poner un ejemplo que encontré ayer (copiado, no enlazado, porque no es mi intención humillar a nadie) para quien quisiera verlo, pero no he conseguido encontrarlo. Os garantizo que era imposible entender nada. Y cuando digo NADA es NADA. Mi hermana tampoco consiguió descifrar una sola palabra. Lo curioso es que un montón de gente contestaba sobre el tema en cuestión con total normalidad. Me sentí estúpido, de verdad, porque donde un grupo de personas veían un mensaje yo sólo podía percibir un conjunto de letras, símbolos y combinaciones con aspecto diabólico.

    En los blogs pasa exactamente lo mismo. Dan igual las formas y en ocasiones también el fondo. Y yo, que creo que cada cual puede decir lo que quiera y como quiera; creo también y sin embargo que ganaríamos mucho si se respetasen unas normas básicas y fundamentales.

  5. Jorge 22 May, 2008 a 5:30 pm #

    Anda que… menos mal que iba a ser más breve.

  6. cincuentonas 25 May, 2008 a 11:14 pm #

    En realidad podíamos ser un poco más elásticos, no todo el mundo ha tenido la oportunidad de una buena formación, y si estoy de acuerdo que dentro de nada la dichosa Academia Real va a tener serios problemas y de todo tipo. Los adolescentes de hoy tienen su propia dialéctica, con el uso de moviles y chats se las han ingeniado para inventar una nueva manera de expresarse, es decir que el castellano se va esfumando, las faltas de ortografia ya no importan, no conocen una coma ni un signo de interrogación, las frases son geroglíficos cuya interpretación es imposible aún teniendo buena imaginación…pero es lo que hay y el futuro es catastrófico…

  7. Jesu 27 May, 2008 a 3:31 pm #

    Sí. Yo creo que sí. Todo el que tenga algo que decir puede, debe decirlo. En un blog o donde sea. Y no me importa cómo lo haga, si bien o mal. O cómo escriba. Mejor si lo hace bien, pero me importa más qué es lo que dice, lo que siente. Y saber transmitirlo.

    Al hilo del rollo que he soltado anteriormente sobre los periódicos, y sobre lo que comenta Jorge en relación con las normativas y tal… yo defiendo la adaptación a las normativas lingüísticas pero siempre entendidas en un espacio abierto de evolución.

    En las publicaciones de las que me responsabilizaba en la época que he citado, tuve unos casos realmente interesantes que me daban que pensar. Por una parte, los colaboradores importantes, escritores, periodistas, eran genios a nuestro lado. Pero también teníamos gente normal, que tenía la inquietud por escribir, por contar algo. Y que tal vez no había tenido los suficientes estudios o preoparación para hacerlo correctamente. Pero mostraban su vida, su vida simple y llanamente, con faltas de ortogrtafía, qué más da. Era su vida, éso es lo que importaba.

    Yo me encontraba cada semana debatiendo conmigo mismo si debía modificar sus escritos para corregir faltas evidentes. No quería hacerlo, pero tampoco deseaba que aquéllo no fuera serio. Así que a mi modo, no sé cómo, realizaba unas pequeñas modificaciones para acomodar un poco sus escritos. Ellos, creo yo, lo comprendían y hasta lo agradecían.

    Aún así, hoy creo que no lo haría. No tocaría ni una coma de sus palabras. En cualquier caso, de una u otra manera, lo que importaba, lo que importa, es lo que dicen, lo que sienten, con haches o sin haches, con uves o sin ellas.

    Sí, rotundamente, todo el que sienta en su interior la chispa milagrosa de querer mostrar algo, debe hacerlo. No me importa cómo ni el resultado. Cada uno tiene su manera de hacer las cosas, de vivir.

    Unos escriben, otros leen, hay quien da vida a los escritos con su misma voz, como me ocurría con mi gran amigo José Escamilla -tantas veces citado en estos espacios internáuticos y al que le debo mil visitas y millones de abrazos-. Él daba vida a mis discursos, yo le redactaba todo, le decía cómo, cuándo, di ésto, di lo otro, ahora fuerte, ahora bajito… Y me asombraba la manera en que un texto que yo creía aburrido cobraba vida gracias a su voz. Le escuchaba, me escuchaba a mí mismo desde las primeras filas y me estremecía.

    Sí, todo el que sienta algo, que lo diga, que lo haga. Por favor! Que nos haga vibrar. No cambio éso por nada.

    Y que inventen lenguajes nuevos, por móvil o por infrarrojos o por donde sea. Vivir es cambiar y adaptarse a todo. Bañarse en el río muchas veces creyendo ser el mismo y nunca lo es. O sí.

    Sí, también creo, como apunta Jorge sobre nuestras charlas, que todos pueden opinar sobre cualquier cosa. Unos quizá con más conocimiento de causa, pero éso no da más razón. Puede tenerla quien menos te lo esperas. Siempre pongo el ejemplo del mendigo que no cree en dios y no sabe por qué. Y tiene más razón que cien obispos juntos (para mí, claro).

    Que ésto sea un caos… y qué! La vida es un caos! El universo es un caos. Si intentamos ponerle orden creamos más caos. Era éso el erfecto marioposa? No, no, el efecto mariposa es que todo está relacionado y un aleteo en la otra parte del mundo se refleja aquí.

    Hay otra teoría que explica que cualquier intento por ordenar una parcelita de caos crea más caos aún del que exsiete. No sé si ésto es de Eisnetin. De quién es Me estoy perdiendo…

    Bueno, que cada cual haga lo que quiera. Me encanta buscar champiñones en la red y encontrarme con corbatas de colores.

    (sólo una pequeña apreciación, Jorgito, lo de escribir como quiera, no es exactamente así, sino cumplir unas normas con una cierta libertad)

    (respecto a los símbolos de exclamación y de acentuación me ocurre que desde hace tiempo he decidido utilizar sólo el del final, como en valenciano y otras lenguas, me parece que la frase tiene así más fluidez)

    (también le he tomado manía a los símbolos extraños, puntos y comas, abreviaciones y otras cosas, como el lenguaje me parece algo artificial intento que sea minimalista)

    (me voyyyyyyyyyyyyyyyyyy, que me estoy enrollando y no quiero aburriros)

    (por cierto, hay alguiennnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn? oh cielos…)

    (gracias, Fer, voy a ver si me salen los iconos
    🙂 se me olvida que eres informático, te exprimiré más)

    (me ocurre otra coaa curiosa, cuando escribo determinada combinación de signos aunque sea en la misma línea a veces lo toma como icono)

    (ya me callo)

  8. Jesu 27 May, 2008 a 3:36 pm #

    Ves, Fer?

    El 2º icono está escrito en línea aparte, como tú dices.

    Y el 1º me lo ha cogido de estrangis con el paréntesis.

    Te lo pongo de deberes.

  9. Jorge 28 May, 2008 a 1:44 pm #

    Si Jesu, ya me lo has explicado muchas veces (también con esas palabras de escribir como quieras o como te de la gana). Y a ver, no me malinterpretes: a mí me parece bien. Si tú quieres escribir con los símbolos iniciales de interrogación o sin ellos estás en tu perfecto derecho. Pero no lo comparto. Y te voy a explicar por qué.

    Una de las instituciones que más odio en este país (yo creo que la que más si obviamos el Senado) es la dichosa Real Academia de la Lengua. A mí personalmente me parece innecesaria más allá de editar diccionarios (y como Fer soy más partidario de María Moliner). Pero ya. A mí los «académicos» no me parecen más que una pandilla de prepotentes y hasta pelín fascistas. De hecho la misma institución tiene algo de eso. Las lenguas no las crean unos señores en sillones con letras (ya les gustaría), las lenguas las crea, moldea y hace morir el hablante, el pueblo. Es decir, una palabra lo es (y es válida) porque así lo hayan decidido los hablantes de español, no porque lo hayan decidido cuatro viejos insolentes (lo de viejos lo digo porque a mí eso de que la razón la da la edad siempre me ha tocado un poquito las narices, y hay mucho escritor más joven y otros rechazados para entrar a formar parte de la RAE que debería ser envidiado por los «ilustres» académicos).

    A mí me encanta que las lenguas evolucionen, que asuman palabras de otras lenguas (sea del inglés, del francés, del chino o del zulú, da igual), que los hablantes, sin saber nadie por qué sí o por qué no creen de repente un término y en un año todo el mundo repita a todas horas una palabra sin que nadie sepa de donde salió. Es una magia absolutamente encantadora. Y para mí flipar es una palabra tan válida como espiritrompa (recordad ‘La lengua de las mariposas’).

    Pues eso, que a mí no me gustan las cosas artificiales y creadas en despachos, ni las normas rancias e inamovibles. A mí me gusta transgredir, cambiar, modificar, evolucionar, demostrar que las cosas están vivas. Eso es lo que hace la calle, y por eso distinguimos entre lenguas muertas y vivas. En ocasiones superamos el absurdo. Me imagino dentro de 150 años un colegio español cualquiera y a un profesor diciéndiole a u alumno: «no digas (x palabra o expresión), di mola mazo que es lo correcto»

    Yo tenía un profesor de latín un tanto serio. Era ese típico profesor canoso, calvo y con bigote y voz de listillo de la clase que llevaba toda su vida estudiando, estudiando, estudiando y también estudiando. Al margen del estudio, había tenido tiempo a escribir numerosos libros sobre cultura clásica, gramática latina y hasta los mismos libros que usábamos en clase. Se conocía las mitologías griega y latina al dedillo y no se le escapaba un detalle sobre toda la historia clásica. Además de ser el empollón del siglo, creo que es también una buena persona. Es un hombre razonable y además resultaba muy simpático, incluso con un punto inocente. Pero a la vez pecaba de una prepotencia y cierta pedantería insoportables. Se pasaba el día dando lecciones, presumiendo de cultura y sabiduría, y si para ello tenía que humillar a alguien lo hacía sin problema ninguno. Uno de sus puntos fuertes para esto era la lengua, tema con el que en algunas ocasiones rozaba la estupidez. Él era partidario de no mover nada, de no cambiar nada, de prestar atención a estúpidos arcaísmos y partidario también de las lenguas creadas en despachos, al estilo RAE. En esto no sólo era estúpido, sino además iluso. No hacía más que criticar y, lo que es peor, mofarse de personas de bajo nivel cultural por tal o cual expresión. Otra estupidez a la que siempre tuve ganas de contestarle fue a aquella de la que cada poco intentaba convencernos: nadie sabe hablar una lengua. ¿Ein? Según él, no se puede afirmar «yo sé español» o «yo sé inglés» porque nadie conoce todas las palabras de un idioma, es imposible. Claro que es imposible, pero las lenguas, además de objeto de culto para algunos chiflados, son herramientas de comunicación. Yo sé español cuando puedo comunicarme con otra persona en ese idioma, y entendernos. Pasa así con el inglés, con el francés o con el chino. Por lo general, los hablantes no usamos más de mil palabras de cada lengua en nuestras conversaciones habituales (de ahí surgió el famoso cursillo «el inglés con mil palabras»). Y si puedo entenderme con un inglés hablando «spanglish», pues mejor que mejor, que viva la improvisación.

    Con todo este rollo quiero decirte que yo no soy partidario de políticas casposas con respecto a la lengua. Para nada. Y si dos personas «kiern cmunkrs d st frm x sms i s ntindn, io l rspt». Pero creo que deberíamos respetar también ciertas formas cuando hablamos de espacios comunes. Internet es uno de esos espacios comunes. Si lo que pretendemos es poder entendernos todos, tendremos que hacerlo de forma coherente, siguiendo unas normas. Sï, a veces las normas también son necesarias. Como decía en el comentario anterior me parece absurdo que tengamos que traducirnos y hacer esfuerzos interpretativos entre personas que hablamos la misma lengua. Una cosa es permitir que las lenguas evolucionen y otra bien distinta cargárselas, y eso es lo que estamos haciendo ahora.

    Lo que te decía de los simbolitos. En inglés, en valenciano, en gallego… en todas las lenguas va al final. En castellano no. Y no entiendo por qué tenemos la manía de asumir todo lo externo como si fuese mejor, porque creo que no es el caso. Yo creo que el hecho de que sólo aparezca al final no da mayor fluidez a una frase -estamos leyendo, no haciendo una carrera de obstáculos-; a mí me parece que lo que le da es más sentido y facilidad de comprensión. Es más puro, más similar a la lengua oral. Para eso también sirven los puntos y comas, que no son símbolos extraños sino que hacen que la lengua escrita sea, precisamente, más natural. Así lo veo yo, es sólo una opinión. A mí, personalmente, ver escritas frases interrogativas en castellano con el símbolo sólo al final me provoca daño a la vista y hasta me enfada. Sí, hasta les tengo cariño a esos simbolitos. Me parecen un rasgo distintivo y muy bonito de la lengua que hablamos y escribimos. Y muy útil. Yo defiendo la evolución, pero siempre que evolucionar no signifique cargárselo todo porque sí.

  10. Jesu 28 May, 2008 a 2:12 pm #

    Muy interesante todo, Joey. Pero lo realmente importante era el tema en cuestión… que cualquiera pueda decir algo, en inglés, en chino, en valenciano, en castellano, con haches o sin ellas, con simbolitos o sin simbolitos. (Y realmente no estamos tan alejados en este punto, creo).

  11. Jesu 28 May, 2008 a 10:11 pm #

    Mira, ahora que ha pasado Carlos por aquí, me he acordado de cómo escribe él, además de hacerlo genial, tiene multitud de costumbres que siempre me han llamado la atención.

    Una de ellas, suele o solía escribir muchas mayúculas, incluso en inicios de palabras sueltas y seguidas dentro de cada párrafo; supongo que para enfatizar, o porque le gusta, no sé. También es costumbre en versos y poemas, y de éso sabe bastante.

    Quiero decir, que es bonito que cada uno haga las cosas a su manera, y aporte algo nuevo. Respetando el lenguaje, claro (soy el primero que te da la paliza cuando te falta un acento, lo siento) pero innovando, creando, o incluso empastrando -no sé si éste es un término castellano- jaja…

    Creo que estamos bastante de acuerdo.

  12. Jorge 29 May, 2008 a 9:44 am #

    Jo tío (lo de jo tío, para los que no lo saben, no lo digo en el sentido pijo de la expresión «jotíoquefuerte», es que Jesu es mi tío). Bueno, vuelvo a empezar. Jo tío, eso de «Muy interesante todo, Joey. Pero…» me ha sonado a «¿por qué no te callas?». Lo que en mi pueblo llaman dar la razón como a los tontos 🙂 Me voy a ir a llorar a una esquina.

    En ese punto estamos completamente de acuerdo. Que todos digan lo que quieran como puedan, si no pueden hacerlo mejor. Pero que todo el mundo pueda expresarse, libremente, y decir lo que le apetezca.

    Pero Fer también preguntaba por la ortografía, no se te olvide. Y sobre esto tengo varias reflexiones que hacer. La primera: lo de Carlos es distinto (aunque ha estado bien como intento de llevarte al genio a tu terreno, jajaja) ¿Por qué? Porque una cosa es escribir un texto literario, y otra escribir a secas. La literatura permite los «recursos literarios», que en un momento dado permiten alterar la norma para conseguir un resultado estilístico o un efecto en el lector. Sin embargo nunca he visto a Carlos saltarse ninguna norma al escribir, al menos a propósito. Vuelvo a lo de antes: jugar con la lengua, utilizarla para conseguir nuestros propósitos, moldearla, retocarla, aportarle cosas, innovar, ¿qué narices es empastrar? jejeje, incorporar elementos externos… todo eso, sí, siempre. Pero cargarse las cosas sin más, y sencillamente hacer de esto un «que cada cual haga lo que quiera», pues no estoy de acuerdo. No creo que a Carlos se le ocurriese nunca la idea de escribir un artículo en un periódico sin tildes, signos interrogativos y mayúsculas, por ejemplo -a menos que le diese uno de esos ataques de… ¡¡mueeeeerteeeee y destruccccióoonnnnnnnn!!, que también puede ser-.

    Y ahora, mi segunda reflexión. Sabes, y si no lo digo ahora, que siempre he dicho que el gallego me parecía -y parece- la lengua más bonita del mundo. Me parece muy dulce, muy suave, muy tierna, «agarimosa» dirían ellos. No sólo por su acento, que es genial, sino por las propias palabras, por los sonidos que prevalecen, por la forma de construir términos únicos.

    Pero por desgracia el gallego ya sólo lo hablan algo menos de cuatro millones de personas en el mundo, y pocas de ellas lo hacen realmente bien. Y esto, como siempre, ocurre sin ruido, como el que hacen los catalanes. No, en Galicia simplemente hay silencio y emigración, para todo igual. Pues bien, voy a hacer un «juego». Voy a buscar un rasgo distintivo de la lengua gallega, que conozco, quiero -sin estridencias- y respeto, y voy a pedir que se elimine. Es más, voy a pedir que se elimine una palabra, directamente. ¿Conocéis la palabra «saudade»? Es una palabra gallega con siglos de existencia -que heredó después la lengua hermana portuguesa- y que no tiene traducción a ningún otro idioma. Habla de amor, de amor por la tierra, por la «patria» (en el sentido Patxi López de la palabra:) ), de nostalgia por una alegría que no está, de emoción. Habla de tantas cosas y de tantos sentimientos únicos que definen a toda una cultura que no tiene traducción e incluso explicación posible. Pues como no podemos traducirla, ni pertenece a una corriente cultural o social, o a una lengua mayoritaria, propongo eliminarla, porque me estorba. Pero… vale. Para no ser malo y parecer falsamente demagógico no voy a utilizar una palabra, que puede resultar injusto, y voy equiparar al caso que hablamos utilizando un rasgo lingüístico ortográfico. Propongo que se elimine del gallego el guión incómodo que aparece para unir algunas palabras con su determinante -colocado al final- porque es aparentemente inncesario y, bien visto, no sirve para nada.

    ¿Y ahora qué pasa?, ¿te lo digo? Pues que si se enterasen, aparecerían aquí miles de nacionalistas agitando sus banderas y diciendo que quiero destrozar su cultura, su lengua y su tradición de siglos. Y no te cuento si hubiese hecho lo mismo con el catalán, ¿verdad?

    Sin embargo… como estamos hablando de un rasgo del castellano no pasa nada, total, lo habla y escribe mucha gente, ¿no? Pues a mí me parece que hay que conservar las culturas, sean como sean. Y esta chorrada: «¿?» lleva siglos existiendo, y además de útil, me parece una bonita peculiaridad de nuestra lengua.

    Un abrazo.

  13. Jorge 29 May, 2008 a 9:48 am #

    Por cierto, voy a invitar a Carlos a pasarse por aquí. Ya que se le está nombrando tanto, lo justo es que de su opinión. 🙂

  14. Saiph 29 May, 2008 a 11:47 am #

    Alguien ha conseguido despertar mi sueño letrado, mi letrado sueño, mi sueño letral (de letra, vamos; nada de docto). Hace tiempo que dejé de escribir con regularidad, pero aquí vuelvo a la llamada de mi buen hermano Joey.

    Como habéis dicho, yo escribía con muchas mayúsculas, colocadas aparentemente según la búsqueda de fuerza y contundencia que da un recurso, que nuetra propia lengua tiene, y que el que la usa la percibe, se da cuenta y vale de ella para expresar ese universo infinito de la delimitación del Indeterminado. Pero, como también habéis señalado, hay ciertas cosas llamadas contextos lingüísticos. Qué sería de los raperos, del lenguaje estudiantil sin eso que llamamos situación o entorno de comunicación. Para redefinirte a ti mismo necesitas eso también: algo que te diferencie y defina y haga propio. Más propio que el propio lenguaje (y ya vale de propio, digo yo).

    ¿Se trata de eso? Quizá. Yo creo que lo que sucede aquí es que hay un confuso cruce de intereses entre los que consideran el blog un medio de comunicación informal, desenfadado y simbólico- desde el punto de vista que fija tu propia realidad-, y los que ven en él una fuente de intercambio cultural, necesariamente universalizada o convencional (ya que convencionalizado no existe); es decir, que pueda entender todo el mundo y que respete los signos compartidos: el código que asegura la buena o correcta comunicación.

    Puede que en realidad no sea nada de eso, y se trate del puro y duro desconocimiento de la lengua, como se insinua en la pregunta: ¿es preferible que todos escribamos o sería mejor que escribieran sólo los que saben escribir?

    Seguramente no sabrán escribir, puede ser. El problema yo creo que es más el hecho de que creen que no necesitan saber escribir para lo que quieren, y si no es así, alguien debería de decírselo, creo yo. Y aclarar esta disputa.

    Estoy de acuerdo con mi buen Joey en que la literatura está al alcance de la mano de muchísima gente (no digo toda para que no se me acuse de generalizar, a mí, el individualista de los horrores), pero no en lo que deduce de esto. ¿Cómo que la literatura no es un arte? Vale, no es la discusión, pero yo siempre he creído que la buena literatura es uno de los mejores artes de este mundo; igual que tocar un instrumento todo el mundo lo hace. Pero la Música. La Buena Música. El verdadero Arte. Vaya hombre. Carámbanos.

    Iesu. La vida es un caos, esto es cierto. Pero yo creo que eso no importa mucho en realidad, porque al final la abstracción del rayujo se convierte en el grito de Munch o en el Guernica. Me quedo con esta frase: «Sí, todo el que sienta algo, que lo diga, que lo haga. Por favor! Que nos haga vibrar. No cambio éso por nada.» Oh… sí por favor. Hablad de sentimientos, dejaos llevar por vuestro poder de elevar la mente sobre las montañas y los objetos materiales… pero por favor… no matéis nuestra lengua al no dejarnos acceder a ese maravilloso mundo en el que todos somos capaces de entendernos.

    ¡¡¡Un saludo a todos!!! Uuaaaaaaaaaah (bostezo) (por el despertar y tal).

    PD: Joey, dile a tu profesor de Latín que es un cretino.
    PPD: Si alguien tiene la magnífica idea de responder o añadir algo más que me avise. No quiero perderme un desplante semejante. Sí… me encanta que me pongan verde y a parir.

  15. Jorge 29 May, 2008 a 12:39 pm #

    «Sí… me encanta que me pongan verde y a parir». ¿A ti también?

    Gracias por acudir a mi llamada, pequeño Charley.

  16. Jorge 29 May, 2008 a 1:19 pm #

    ¿Podríamos definir qué es arte? Es en sí mismo un concepto tan relativo y abstracto que puede estar en constante discusión. Yo personalmente definiría el arte como «aquello que despierta un sentido y que hace a éste despertar un sentimiento». Desde ese punto de vista la literatura es un arte, como lo es la música, la pintura, la fotografía, el cine…

    Pero resulta que no hay dos personas en el mundo que se emocionen ante el mismo cuadro, o recorriendo con su vista las líneas de un mismo escritor. Muchas veces me «molesto» cuando hablamos de música y hacéis críticas más o menos duras contra algunos grupos o cantantes llevándolo a extremos que no me gustan. ¿Por qué? Pues porque para vosotros existe diferencia entre buena música o mala música, en función de vuestros gustos por un lado y vuestros conocimientos por otro. Pero para mí existe música. Música a secas. Es música el rock, el pop, el rap, el jazz o cualquier otro estilo, me guste o no. Y dentro de cada estilo es música lo que hacen aquellos que a ojos de la mayoría son buenos, y a ojos de los más expertos malos, y viceversa. Para mí no existe buena o mala música, sino sonidos que a unos provocan una reacción y otra distinta al vecino. Sería distinto si hablásemos de la técnica, la que tú conoces y yo no, pero técnica y arte… ¿pueden coexistir y ser compatibles?

    Esto mismo lo podemos extrapolar a todas las disciplinas. También a la literatura. ¿Y qué nos encontramos? Que o hay arte, o no hay arte… pero no existe el BUEN arte si lo que para ti es (perdón) una mierda, a otro le hace llorar. ¿Podemos entonces definir, de forma imparcial y justa, cuál es la buena música, la buena literatura, la buena pintura, el buen cine…? Creo que no.

    Y dicho esto…

  17. Jorge 29 May, 2008 a 1:35 pm #

    Si desde mi punto de vista no se puede definir qué es bueno y malo en el ámbito artístico, no podemos definir tampoco que un libro son sólo líneas escritas y otro es arte del bueno buenísimo. ¿No? Es relativo, ¿no?

  18. Saiph 29 May, 2008 a 5:02 pm #

    Hasta cierto punto. Hay extremos que no se pueden cruzar. Evidentemente no es justificable lo que realmente es arte o no lo es. Si afirmamos que una obra de arte es lo elaborado por artistas, caemos en esa especie de pez que se mete la cola dentro de la boca. Ciertamente no puede ser así. Pero espera un momento. Para mí eso es como decir que todo el mundo es capaz de hacer algo que sea equiparable a los demás. Que todo es opinable. Y eso no es cierto.

    Empiezo por decir que no creo que el arte tenga que ser necesariamente aquello que pueda emocionar a todo el mundo. Cito textualmente: «Pero resulta que no hay dos personas en el mundo que se emocionen ante el mismo cuadro, o recorriendo con su vista las líneas de un mismo escritor.» No importa. El arte no es universal. El arte es esa expresión de los sentimientos por los sentimientos, de la fuerza de lo genuinamente humano- me atrevería a decir. El arte es todo aquello que representa ese universo invisible que estamos descubriendo al universo entero. Una culminación de fuerzas no físicas, ni de otro tipo de cosas que se pueden estudiar o entender. Hay arte.

    Aunque, es cierto que es difícil separar mediante una línea lo que es de lo que no es arte, puedo añadir con mayor rotunidad que se trata de algo mucho más claro para mí, todo lo que no lo es. Por eso a veces caigo en lo que tú me acusas: «Muchas veces me “molesto” cuando hablamos de música y hacéis críticas más o menos duras contra algunos grupos o cantantes llevándolo a extremos que no me gustan.» Lo siento si te molesta, pero es la frustración que produce el hecho de que te das cuenta de que la música que se escucha generalmente suele ser un producto comercial producido (valga la rebuznancia) directa y expresamente para la venta. Para mí y para mi hermano esto es un sacrilegio, y tampoco creo que puedas compartirlo ni comprenderlo plenamente, pero intentaré explicarme. El hecho de que yo haga música por la música, por mero amor a la música, no por nada ni por nadie; para mí esto es hermoso. Para mí esto es Lo Hermoso, a lo que todo el mundo que le han mostrado el increíble mundo de los sonidos que haban y cuentan historias quiere aspirar. Dicho sea de paso que la Música es mi mundo, lo es todo. Por eso no tolero que mucha gente juegue con ello. Porque para mí es importante. Lo MÁS importante. Igual que no soporto que se compare a Mario Vargas Llosa con alguna gente o se pretenda que el Quijote no es arte.

    Aunque este es otro tema. ¿No?

  19. Jorge 29 May, 2008 a 5:42 pm #

    «El arte es esa expresión de los sentimientos por los sentimientos, de la fuerza de lo genuinamente humano». No es universal. Sí, cierto. Llevas razón. Es justo lo que estoy intentando decir yo. Y cuando digo me «molesta» no digo que me moleste porque a mí me guste esa música, que no… digo que me «molesta» porque es dificil separar qué es bueno de qué es malo: ¿lo decides tú, yo, un periódico, una revista, la televisión? Yo creo que no. Algo es bueno en su esencia, sí; y si cumple su objetivo, también. Por eso justamente es tan injusto (qué extraño, justamente injusto) que cualquiera, y digo cualquiera, se ponga a valorar qué es bueno o malo en arte, o sencillamente qué es arte y qué no lo es. En cuanto a lo otro, por supuesto… a mí lo comercial me da el mismo asco que a ti, pero… ¿qué es lo comercial?, ¿quién lo construye?, ¿qué hace que una cosa sea o no comercial? Piensa eso primero.

  20. Jorge 29 May, 2008 a 5:45 pm #

    Y… casi todo es opinable. Porque Dios -que sería el único ser que todo lo sabe y todo lo puede- no existe, y eso también es opinable. Y… no todo es equiparable, no. ¿Pero no es cierto que lo que para mí no sea equiparable, por su grandiosidad, con otra cosa cualquiera, puede no serlo para ti? Y volvemos a lo mismo: ¿es arte lo que yo digo o lo que dices tú? Es una espiral sin salida.

  21. Jesu 29 May, 2008 a 6:11 pm #

    Estoy bastante de acuerdo con la famosa frase… arte es todo lo que no es naturaleza (no recuerdo el autor).

    Para mí el arte es cualquier manifestación humana, grande o pequeña, monumental o insignificante, que muestra un estadio creativo y que desea transmitir algo, para sí mismo o para quien recoja ese algo, ya sea un pensamiento o -sobre todo- un sentimiento.

    Coincido con Saiph en considerar la música como la mayor manifestación artística. La música es algo muy raro, es la creación humana por excelencia (más incluso que el lenguaje, los animales también se comunican). Y es, asímismo, un conjunto de símbolos extraños que cobran vida, yo la defino como la matemática de la vida.

    Se ha hablado antes de una cierta polémica respecto a la consideración artística de la literatura. No sé ahora quién defendía más esa tesis, si Joey o Carlos (estoy en la oficina y tengo un cacao inmenso, jaja). La verdad es que la literatura es algo aún más raro. Está mediatizada por el lenguaje y el lenguaje es una creación del ser humano extrañísima, complicada, abstracta, falsamente conceptual en muchos casos, que nos lía más que nos alumbra y que sirve aparentemente para comunicarnos. Aparentemente (ya veis aquí cómo nos damos por todos los lados a la menor oportunidad). Pero sí, claro que es arte.

    Y es arte un pequeño trazo a lápìz deslizado en una cuartilla. Y hasta una forma de mirar. Todo lo que emocione, todo lo nuevo, todo lo que nos haga soñar ser pequeños dioses que crean diminutas maravillas.

    Dediqué un montón de tiempo a estudiar Estética. Yo siempre dije que no me gusta escribir, lo hago porque es una forma asequible de hacer algo que puede rozar lo artístico. Me encanta la fotografía, revelo mis fotos, dibujo desde pequeñito y me hubiera encantado tocar el piano (sólo aporreo un poco las teclas) y sobre todo sobre todo, ser escultor, como mi abuelo (sí, tantas veces lo he dicho!)

    Después de la música, lo que más me gusta es el dibujo, a lápiz, siempre a lápiz, no me gusta la pintura. Los trazos a lápiz son la antesala de una obra escultórica, moldeada o esculpida. Me apasiona tocar las cosas y las personas, jaja. Soy muy plasta. Sobo y sobo sin parar y me pego como una lapa, hasta que me apartan de un empujón por pesao.

    Cuando voy a un museo o me acerco a cualquier escultura siento unas ganas irrefrenables de acariciar cada surco y lo hago, y de todos los museos me echan por ello.

    Guardo algunas pequeñas esculturas de mi abuelo en madera y barro (y dibujos y anotaciones geniales, ahora estoy realizando una interesante recopilación de su obra dispersa) y a veces por la noche me pongo a acariciarlas como si yo mismo las moldeara, me sé cada milímetro de sus poros y hasta las habré modificado con mis achuchones. Es un acto de amor.

    Por cierto, siempre tuve la duda de qué es más difícil y artístico… modelar (crear una figura, por ejemplo a partir del barro) o esculpir (sacarla de una mole de piedra). Son dos formas opuestas de llegar al mismo lugar.

    Cualquier manifestación artística, como bien decís, es susceptible de ser valorada de tan distinta manera por cada cual que es casi imposible hablar de gustos personales de forma generalizada.

    Pero sí creo que en cierta medida y con todas las cautelas, puede hablarse de buenas y no tan buenas obras artísticas en cualquier ámbito. Y no referente sólo a la técnica, sino a su conjunto. Para mí, en la faceta del dibujo y la escultura creo que no me resulta difícil distinguir una buena obra. Y es importante distinguirlo, al margen de los gustos y de lo que a cada cual le emocione.

    Y sí, en ésto, como en cualquier ámbito de la vida, creo que todo el que tenga la necesidad de decir algo, de transmitir algo, es tan importante como el que más. Carlos ha vuelto a repetir la teoría de que no todo es opinable, yo opino justo lo contrario, pero no abundaré en ello.

    Y bien, ésta es mi pequeñita aportación. Que resumiría en un concepto ya antes descrito por mí no sé dónde. Ah sí, a propósito de la guerra ortográfica, jaja. Cualquiera que me emcione, sea como sea, lo haga como lo haga, tiene todo el valor para mí.

    Y mi mayor, mi único objetivo es, alguna vez, algún rato, emocionar a alguien (cuando ocurre soy feliz). O sólo a mí.

  22. Jorge 30 May, 2008 a 10:07 am #

    He seguido pensando en lo que intentaba decirle ayer a Carlos y quiero explicar un poco mejor las preguntas que le planteaba, para que se me entienda.

    Lo que intentaba decirte, Carlos, es que muchas veces con respecto a la música confundimos lo «comercial» con lo que gusta a mucha gente. Me explico. No podemos afirmar que una cosa sea mala sólo por el hecho de gustar a un público mayoritario o por salir en Los 40 Principales. Lo que hace buena o mala a una cosa debería ser la cosa en sí misma y no el uso que unos terceros hagan de ella. Hay música creada en estudios por cuatro memos con ayuda de algún experto en márketing y para la que luego se busca a una chica mona o a un chico con musculitos que le ponga cuerpo y cara (la voz se arregla, da igual). Eso, más que comercial, es asqueroso. Y es lo que más abunda, es verdad. Pero hay más. Voy a ponerte un ejemplo de tu tierra: Amaral. Te guste o no, que no es el tema ni lo que importa. Amaral crea sus propias letras (muy buenas, por cierto), compone su propia música… y gusta a mucha gente, y sí, también suena en Los 40 Principales (y esto no lo deciden ellos, claro) y en los bares a todas horas. ¿Puedo afirmar que es un producto comercial? No. Empezaron como cualquier otro, se curran su producto y por tanto no sería justo.

    A mí me encantaría que existiese una radio en la que a todas horas pudiese escuchar música como la de Pink Floyd o Guns N’ Roses, que me encantan. Pero a la mayoría de la gente le mueven otras cosas, y contra eso no hay nada que hacer, no puedo imponer mis gustos como los buenos gustos, y tampoco puedo degradar un producto porque le guste a mucha gente. Hay un ejemplo, literario en este caso, que para mí es clarísimo: La Sombra del Viento. Para mí es un libro genial, espléndido. Sin embargo es un libro que se ha convertido en uno de los más vendidos en el mundo. ¿Y eso lo convierte en malo? Creo que no.

    No entiendo, y es lo que quería decir, esa obsesión de algunos por querer que lo suyo sea lo mejor, y por plantear siempre que en lo minoritario está lo realmente cultural y de calidad. Por desgracia, hay muchas cosas muy buenas que no llegan a ver la luz, y otras muy malas (siempre desde mi punto de vista) que campan a sus anchas. Pero lo bueno y lo malo está en todas partes, y no me siento yo con autoridad de decir qué lo es y qué no. Muchas veces, te paras a leer las críticas de, por ejemplo, el libro que comentaba antes, y descubres tras la firma a un escritor que no llegó a vender más de cien ejemplares, o tras un duro repaso al dúo Amaral a un intento de cantante que se quedó por el camino. ¿Envídia? Puede. En el fondo, cualquier artista, sea del tipo que sea, quiere que su trabajo trascienda, venderlo y vivir de él. Incluso ser admirado, por qué no. Es lo que queremos todos: vivir de y para lo que nos gusta. Si a los doscientos mil grupos heavys (muchos que a mí me gustan) que nunca, nunca en su vida saldrían en los 40 y que van despotricando contra la «música pija» les plantaran delante un contrato millonario y les diesen la oportunidad de difundir su producto, lo firmarían corriendo y sin pensarlo. Piensa por un momento en un mundo donde los rockeros fueran mayoría y la música pop algo minoritario -de hecho un mundo mayoritario de rockeros ya ha existido, hace un par de décadas-. Pues ahora pasaría lo mismo pero a la inversa. Hay mucha hipocresía. A mí también me jode que lo que a mí me gusta no sea lo que guste a la mayoría, pero ello no me puede conducir a denigrar el trabajo de otro (siempre que sea su trabajo).

    También reconozco que mi caso (con respecto a la música) es raro. No me gusta cerrarme a nada, me parece un error. A mí no me gusta el rock, ni el pop ni ningún otro estilo. Tampoco me gustan los grupos ni los solistas. A mí me gusta escuchar música, a secas. Me gustan canciones, las que me transmitan algo con su letra, o las que me hagan sentir con su música lo que necesito en cada momento. Pero no sé qué es bueno y qué es malo, y no creo tampoco que nadie pueda decírmelo. Nunca la valoración será justa.

    Y con esto… acabo de recordar que te debo un CD, que haré con mucho gusto si después de esto sigues queriendo hablarme. 🙂

  23. Jesu 30 May, 2008 a 1:01 pm #

    Éso de que en lo minoritario esté lo realmente cultural y de calidad nunca lo he compartido (puede coincidir o no, como bien dices). Estoy de acuerdo contigo en este punto (y en otros, supongo), pequeño Joey.

    También me sirve de excusa para defender mi música hortera.

    (pero no me gusta Amaral, está dentro del lote de lo que llamo música light)

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